Libélulas. Mundo acuático (1ª parte)

Un buen observador, no tiene porque irse lejos para sorprenderse con los fascinantes secretos del mundo natural.
Cuando en verano nos acercamos a una charca, pantano o río, sin duda nos llama la atención los llamativos y vivos colores de las libélulas. Es en esta época del año cuando parecen tener más actividad, ya que sus vuelos acrobáticos y sus danzas de cortejo no pasan desapercibidos ante nuestras miradas.
En realidad las libélulas están ahí durante todo el año. Solo que con otra apariencia un poco más discreta y dentro del agua.
Justamente ahí, dentro del agua, es donde las libélulas ponen sus huevos, de donde saldrán sus larvas o ninfas. Estas se alimentarán de otros insectos y gusanos que permanecen también bajo el agua, son unas auténticas depredadoras.
Pueden pasar meses o años cuando logren completar su ciclo y salir al exterior para convertirse en las bellas libélulas que habitualmente conocemos.
Las larvas necesitan una adaptación para poder respirar aire libre, para ello salen poco a poco del agua para acostumbrarse.
Cuando por fin son capaces de respirar fuera del agua,  recorren un pequeño camino hasta encontrar un tallo donde aferrarse y poder así superar su última prueba, la muda definitiva, y transformarse así en Imago, es decir, en insecto adulto. Es una de las transformaciones más espectaculares del mundo de los insectos.
Insectos voladores que se desarrollan bajo el agua.
No todos los animales que viven bajo el agua son prisioneros de ésta. Algunos, como estás libélulas, pueden gozar a lo largo de sus vidas, de lo mejor de ambos mundos. Todo un privilegio.